Soy Emilio, astrólogo profesional, y te ayudo a hacerle cosquillas al cosmos…

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Improvisando que es gerundio: Berlín Es Impro

[Hice esta entrevista a Berlín es Impro para los de Desbandada como hará un par de meses. Eso implica que muchas de las fechas de sus eventos y de su Impro Campa ya quedaron obsoletas. Sin embargo, valoro tanto el trabajo de estos magos del escenario y, aprovechando que Mercurio aún anda retro —idóneo para corregir o rescatar viejos textos—, me he tomado la licencia de republicar esta charla. Para los amantes del teatro, los apasionados de la improvisación y para cualquiera que se acerque o viva en esta ciudad tan rica llamada Berlín].

Los veo el otro sábado por primera vez. Sobre el escenario. Puro cachondeo, emoción y adrenalina. Por eso, cuando la obra acaba, abordo a Gonzalo, uno de los actores y le digo: Hagamos una entrevista.

Aquí lo tengo, a este madrileño amante de la improvisación y director de Es ImproEscuela, la escuela de teatro de la que nacen estos shows repletos de frescura en español.

DESBANDADA – … y en Berlín. ¿Por qué Berlín? ¿Por qué Alemania si lo último que les gusta a estos teutones es improvisar?

GONZALO – Bueno, desde luego es de lo que más necesitan porque a ellos les cuesta. Los alemanes son un poco… ¿verschlossen? Tímidos, metidos hacia dentro. Y luego la improvisación alemana es un poco “especial”.

Yo no vine a Alemania por el teatro, para nada. Me gustaba el teatro, había estado haciendo impro en Madrid pero en realidad me vine muy de rebote, como escapando de una situación supercrítica en España y un poco desesperado, necesitado de una vida que se acoplara más a mi estilo, a mí. Estaba trabajando de lo que fuera, de técnico de Telefónica, y yo había estudiado psicología y me dedicaba a la música desde hacía muchísimos años. Entonces aproveché el paro, tenía un grupo de música y nos dijimos los cuatro: ¿Oye, nos vamos a Berlín?
Y yo no tenía ni idea de Berlín. ¡No sabía nada! Pero, con tal de escapar, me dije que ese era el movimiento que necesitaba para cambiar de vida.

Fue una aventura. Unos cuantos se fueron en avión y yo me cogí con mi cuñado un camión grande y nos cruzamos toda Europa desde Madrid a Berlín. Un viaje muy guay.

DSB – ¿En qué fecha llegásteis?

GONZALO – Era marzo del 2013 y estaba nevando. Esa fue la bienvenida.

DSB – ¿Y luego? ¿Qué pasó con el grupo de música?

GONZALO – Bueno, pues estuvimos tocando por aquí en Berlín, superemocionados y tal, en barecitos, haciendo basking, buscando sitios underground, pero después de seis meses… pues cayó. Fue un poco inevitable: cuatro personas decidiendo venirse a Berlín, así un poco inconscientemente y de forma adolescente, creyéndose rock-stars…. Claro, fue un choque y al final hubo gente que se volvió a Madrid.

DSB – Fue sin duda todo un acto de improvisación lo de veniros para acá…

GONZALO – ¡Fue el primer acto de improvisación en español que hicimos en Berlín!

DSB – Bueno, es que Es ImproEscuela va de eso, de la improvisación. ¿Algo que se aprende o sólo se rescata del cuarto de atrás de la infancia?

GONZALO – La improvisación… se aprende a rescatarla del cuarto de atrás de la infancia. Hay que trabajar para recuperar esa parte que hemos ido olvidando. Se trata de jugar, de divertirnos sin pensar en quién nos está mirando… Como cuando eres pequeño y corres alrededor de la piscina y juegas con las pistolas pum-pum-pum y te da igual quién mire.
Así que es eso y hace falta limpiar bien las tuberías.

Se trata de jugar, de divertirnos sin pensar en quién nos está mirando…

DSB – Vamos, que nacemos improvisando.

GONZALO – Vivimos todo el rato improvisando. Mi primer grupo de improvisación era musical y teníamos una canción que decía: Viviendo, viviendo improvisando

En el Impro Campa, juntitos y en modo aquelarre.

DSB – Y entonces, ¿cómo nace el proyecto de Es ImproEscuela?

GONZALO – Pues a ver… Yo estaba con la música y como que bien pero necesitas tiempo para que te conozcan, esto y lo otro. Y en ese momento me faltaba un poco el dinero para comprarme el desayuno y cositas así y decidí dar unas clases, dar un taller de impro.

El taller de impro funcionó. A la gente le gustó mucho y dije: ¿Lo damos el sábado que viene? ¡Sí, venga! ¿Y el sábado que viene? ¡Sí, venga! ¿Y el sábado que viene? ¡Sí, venga!… Se hizo un logaritmo neperiano hasta el infinito y hasta ahora ha habido clases. Empecé los sábados por la mañana con un grupito muy majo, super entregados… que fueron los que luego actuaron por primera vez en el Transit y de ese grupo salió luego más tarde Berlín EsImpro.

Al taller de los sábado por la mañana se le agregó otro por las tardes, ya tenía dos grupos. Luego pasó a los miércoles, luego a los martes y así, poco a poco, pues tengo toda la semana impro en español con diferentes niveles y diferentes grupos, lo cual es un sueño hecho realidad.

DSB – ¿Qué experiencia traías ya de Madrid?

GONZALO – Madrid es una cuna de improvisación. Yo estudié en el Club de la Impro con Javier Pastor, profesor y director de la escuela, y luego también con Paula Galimberti, de Jamming. En Madrid hay mucha impro y muy buena. En la actualidad deben haber como unos treinta grupos en activo.

DSB – ¡Y vosotros a punto de cumplir los seis años!

GONZALO – Sí, ahora en noviembre.

DSB – La verdad que lleváis una trayectoria muy admirable: De empezar con sólo un taller los sábados en la mañana, a la estupenda gama de cursos de Es ImproEscuela… Ofrecéis clases de improvisación a todos los niveles, talleres de cine y también de educación de la voz.

GONZALO – Sí, es cierto. Es que en general la gente tiene muchas ganas de venir clase, de hacer impro, de mejorar… Hay mucho interés por la improvisación. Yo creo que es por reír, por divertirse, por liberar esa parte que en Alemania quizá es más difícil de sacar fuera…

La escuela está llena de gente super diferente. Es increíble la variedad: desde gente de veinte años a cuarenta y cinco, nacionalidades, comunidades (que ahora en España parece que lo de las comunidades está muy diferenciado)… Informáticos, tenemos a muchos informáticos. Ingenieros…

Es muy bonito ver cómo tanta gente diferente converge y luego hace impro. Porque cada uno trae su propio imaginario, su propia librería, saca a su niño interior y lo comparte con los demás.

DSB – Y de ahí sale el grupo de teatro Berlín Es Impro…

GONZALO – Sí, más o menos el árbol genealógico es así: de esos talleres de Es ImproEscuela hay alumnos que van aguantando y aguantando y muchos de ellos forman Berlín Es Impro.

Improvisando una hamaca ¿o un colchón? ¿o un bólido?

DSB – Yo me estrené ese sábado con vosotros y también con lo que es el teatro de improvisación. Me fascina esa idea de que el público os lance palabras —para esa ocasión fueron las palabras boinas, romanos, Mary Poppins y alguna más que no recuerdo— y a partir ahí los actores improvisan un monólogo del que derivan gags, nuevas escenas, mímica…

Está claro que hay detrás un trabajo de equipo cojonudo. ¿Qué se trabaja para poder improvisar? ¿Cuál es el truco escondido en la chistera?

GONZALO – ¡Está todo planeado! ¡Está todo planeado! Sólamente nos emborrachamos antes y dejamos que todo salga así de fresco. [risas].

No, es que es verdad que luego mucha gente lo duda y creen que lo tenemos todo planeado. ¡No hay nada hablado! Hay una estructura del formato enorme pero lo que básicamente hay es un entrenamiento de cómo se construyen las escenas. Igual que un guionista se sienta con un boli y sabe cómo crear un personaje y tal, nosotros tenemos que hacer eso pero ¡plas!, así, al momento, como viene.

Además de guionistas del momento, somos actores y luego directores porque hemos de saber decidir si la escena ha terminado, si necesita seguir adelante, si necesitas un nuevo personaje para evolucionar… Hay un entrenamiento pues básico en esas tres vertientes básicas: guión, actuación y la dirección.

Eso lo entrenamos… y es muy bonito. Es super divertido y duro a veces. Necesitamos memoria, pero memoria a corto plazo —nada a largo plazo, porque no memorizamos textos. Pero sí, memoria para recordar qué nombres han salido, qué aparece en la escena y cómo puedo utilizarlo.

DSB – Cierto, era muy bonito cuando, por ejemplo, alguno rescatábais algún tema o palabras mencionadas en gags previos. El público se quedaba así: ¡Guau!

GONZALO – Claro, eso es el rescatar el pasado. También la impro se nutre de eso: si todo es nuevo, entonces no empatizas… Entonces se hace impro pero desde atrás hacia adelante.

Luego la escucha es superimportante. Y es útil para la vida real porque normalmente no lo hacemos tanto. La escucha quiere decir que cuando tú quieres soltar lo que estás pensando, lo dejas a un lado para oír lo que la persona que tienes delante te está diciendo.

Eso se nota mucho en las clases, sobre todo en las clases de los iniciados. Como que la escucha… socialmente no la tenemos muy activa. Por ejemplo, cuando discutimos sobre cosas, tú me estás contando algo pero yo no estoy pendiente, yo dejo de escucharte y ando esperando mi momento para poder soltar lo mío.

Y eso en la Impro pasa. Porque tú estás: ¡Tengo una idea! ¡Tengo una idea! Entonces, como tienes una idea, aunque el otro también lo tenga, pues nadie se escucha y ahí se choca. De pronto todo es un caos, nadie se entiende, todo el mundo con su miembro sobre la mesa, ¡pam!, yo pongo lo mío… y eso es lo que hay que entrenar: escuchar, dejar que el otro hable.

Para improvisar hay que entrenar el escuchar, dejar que el otro hable.

Y es que la información que el otro está diciendo es valiosísima: ¡cada palabra! Si medicen: Hola, señor McArthur, yo ya tengo que saber que a partir de ese momento me llamo McArthur y quedarme con esa información.

Se entrena también la concentración… En fin, muchas cosas. Pásate por clase y lo ves.

DSB – Bueno, yo no sé si eran mis células espejo pero atravesé la obra como en una especie de montaña rusa. Me parecía que todo estaba tan al límite, tan equilibrándose en lacuerda floja… Vamos, que pasé hasta nervios. ¿Vosotros estáis nerviosos antes de salir al escenario?

GONZALO – Sí, claro. Siempre se está nervioso. Es que si no se está nervioso, tu cuerpo está dormido, no tiene adrenalina. Y para hacer impro tienes que salir bien cargadito de adrenalina, con las hormonas revueltas para estar activo, para enseñarte.

Es un trabajo que siempre nos da nervios. También antes calentamos, hacemos ejercicios para redirigir los nervios a los sitios que queremos y eso. Si no existieran los nervios, no sería divertido. ¡Es como una droga!

Gonzalo Piñán, director de la escuela EsImpro Escuela en Berlín.

DSB – Sí, yo empaticé tanto que por un lado estaba muy nervioso pero por otro me dieron unas ganas locas de apuntarme a vuestras clases. ¿Qué hace un novato y un tímido como yo en una clase como la vuestra? En una clase para principiantes, claro…

GONZALO – Pues como te he dicho antes, la cosa va de desatascar las tuberías. Esas conexiones que tenemos, lo que hemos aprendido… Entonces tiene mucho que ver con eso.

Yo en una clase de iniciación les engaño. Les hago ver que es fácil, que está ahí, que no hay que hacer nada. Entonces hacemos juegos muy sencillos, que relajan mucho, que te hacen reír y reír. Así vamos quitando todos esos miedos.

No solemos en la primera clase sacar a gente al escenario. Vamos poco a poco. Primero entrenamos la capacidad física y mental y emocional de ser más auténtico, de quitarte estos muros y luego ya empezamos a hacer escenas y a actuar. Juegos, básicamente lo que hacemos eso para desatascar las tuberías.

DSB – De hecho, después de la obra, me decía Rocío —otra de las actrices que participó y que pertenece a Berlín Es Impro— que ella era una tímida patológica pero que llegaba al escenario y se transformaba… ¿Se dan estas transformaciones con la improvisación?

GONZALO – Sí. A ver, es que la impro la puede hacer todo el mundo. Así ves a gente que es superlanzada y, de por sí, les encanta estar en el escenario y otros son más tímidos y por fin en el escenario pueden sacar esa parte suya que hasta entonces no se atrevían.

Se puede ser una cosa pero luego en el escenario es donde desahogas, donde te dejas ser. A veces, de hecho, es más zen hacer impro que vivir la vida: porque en la impro tú estas viviendo en el momento y el personaje está sólo en ese momento.

DSB – Es curioso. Porque por un lado en el teatro te camuflas o te transformas pero al mismo tiempo hay un acto brutal de desnudez, de intimidad… algo casi terapéutico. ¿Cura el teatro? ¿Salen dragones y angelitos durante vuestros ensayos?

GONZALO – Sí, es muy guay porque como tengas un día chungo o si has tenido un día de mierda con tu jefe, por ejemplo, pues vas a poder venir a escena y vengarte de tu jefe. Es muy útil para transformar la energía en un juego y quitarle mucho peso a las cosas de tu vida normal y cotidiana. Eso es muy liberador y terapéutico para la gente.

A mí me gusta decir que para ser la mejor versión de ti mismo hay que saber afearse. No tratar de ser siempre guapo, sino entender que la guapura viene de que también eres feo. Cuando vas haciendo eso te das cuenta que tu fealdad se embellece. Es importante saber mostrar los errores y no cohibirnos por ellos.

En impro decimos que el error es vida, es oro para nosotros. Cuando alguien se equivoca es fantástico: de ahí sacamos un montón de ideas buenas.

DSB – Supongo que para muchos, acudir a vuestra clases les servirá como válvula de escape. ¿Quién no quiere sentirse en familia y como un niño pequeño? Sobre todo en este país de días cortos y oscuros en invierno y con un Dativo y un Acusativo diabólicos.

El sábado erais en la obra cuatro españoles y un venezolano, pero en vuestra escuela supongo que tenéis más presencia latina.

GONZALO – Al principio era todo muy español, pero ya se ha ido mezclando todo. Tenemos muchos argentinos, chilenos, han pasado colombianos, hay mexicanos… Somos como unas Naciones Unidas de la impro. Es bastante único: no hay muchos sitios donde se haga impro en español con tanta mezcla.

Somos como unas Naciones Unidas de la impro: no hay muchos sitios donde se haga impro en español con tanta mezcla.

Y luego es curioso porque las bromas y las escenas no son tan españolas, no son tan nacionalistas. No puedes recurrir a elementos muy ibéricos: decir Iñaki Gabilondo o Esther Cañadas pues a lo mejor no funciona tanto aquí en Berlín. Es por tanto un humor que no tiene tanto estereotipo, ¡o eso espero!

DSB – ¿Y que me dices de vuestro campamento: el Impro Campa?

GONZALO – Lo hacemos en julio, del 25 al 28. Y ahí es como irnos a Esparta: nos vamos allí a entrenar como espartanos cuatro días, se apuntan los alumnos, gente de España a veces…

Por las mañanas tenemos talleres de impro de diferentes niveles, que duran cuatro horas. Luego comemos y luego nos tiramos otras cuatro o cinco horas improvisando todos juntos: diferentes formatos, escenas… en fin, ¡nos ponemos en formísima!

Es una convivencia muy fuerte en un lugar muy bonito, muy hippie, muy Woodstock… [risas] Bailamos desnudos y luego hacemos escenas y aquelarres, por la noche, alrededor del fuego.

DSB – ¿Todavía se puede apuntar la gente?

GONZALO – Sí, ya quedan pocas plazas porque son unas treinta en total. ¡Que se apunten rápido! Claro que sí.

DSB – El sábado también me llamó la atención que en el público había muchos alemanes: ¿es el español el idioma del futuro o lo es el chino mandarín? [risas]

GONZALO – Pues a mí… me da que el español no lo estamos moviendo tanto como deberíamos. Hay en el mundo mucho hispanohablante y pienso que es una lengua, aparte de los verbos, bastante sencilla… supongo que porque la hablo yo.

Me parece que es una lengua muy popular… muy bonita, muy bella. Creo que tener una escuela de impro en Berlín es algo muy genial.

DSB – Claro. Has encontrado un nicho de mercado único aquí en Berlín: ¿Eso cómo es? ¿Estudiaste también Económicas o Publicidad o Ciencias Empresariales? ¿De dónde sale este ojo avizor y este talento para coordinar?

GONZALO – Yo creo que fue una vida pasada… Fui a lo mejor Karl Marx o Engels… De siempre se me ha dado bien organizar cumpleaños con mucha gente: me acuerdo que de pequeño, con dieciséis años, iba a ser mi cumple y fui al Pryca, al Carrefour de aquella época, y vi todas las bebidas y me puse apuntar a los precios. Me pegué toda la semana haciendo la lista, calculando cuánto dinero iba a necesitar para un botellón con tantas botellas de Jack Daniels o de este o aquel ron; que si Martini para los que no estaban tan puestos, que si calimocho porque no podía faltar…

Así que ya se me daba bien eso de organizar y administrar.

DSB – ¿Tienes alguna escena de impro bien digna de recordar?

GONZALO – Bueno, es que son muchas… Recuerdo una de esas escenas que tienes y que como te lees la mente. Estábamos torturando a Paula Galimberti y la movida iba de torturarla contando chistes y que ella no se pudiese reír.

Contábamos chistes super serios, tipo [aquí cambia la voz hasta sonar como un catedrático casposo]: Mamá, mamá, en el colegio me llaman cabezón. Y le dice la madre: ¿Y tú qué haces? Corro detrás de ellos pero se meten en el pasillo…

Y la verdad que Paula estaba muriéndose de la risa, ¡pero no podía! Fue una impro que estuvimos intentando no reírnos todo el rato. Hasta que llegó Alex, que era el personaje protagonista, era como muy infalible y llegó y le dijimos: Tienes que hacer el pollo.
Cuando Alex se puso a graznar como un pollo, ya todos nos descojonamos… en fin. Me acuerdo mucho de esa escena porque estábamos muy conectados y funcionó muy bien.

Recuerdo muy bien una escena al estilo de Lorca en la que lloramos.

Y luego también me acuerdo muy bien de otra escena muy bonita al estilo Lorca. Y lloramos con esa escena. Se me ponen hasta los vellos de punta… Esta escena era un fusilamiento: era un trío, una chica y dos chicos, uno de ellos, gay. La guardia civil cogía al gay al final de la historia y lo fusilaba.

Yo era el fusilado; y María y Alfonso venían luego como imágenes, como recuerdos y María lloraba… Claro, es algo muy fuerte eso de la Guerra Civil. Fue una escena muy intensa y muy bonita.

Luego, acto seguido, teníamos que seguir con una escena de pizzas, con todo el nudo en la garganta cogido…

Por cierto, Emilio, a que estamos, me gustaría aprovechar ya para reseñar a toda la gente de Berlín Es Impro, ¿te parece?

DSB – ¡Adelante!

GONZALO – Pues Berlín Es Impro lo forman: Rocío Peláez, que es nuestra relaciones públicas y la cara más externa. María Bautista, que es escritora y se dedica a hacer los textos de Berlín Es Impro y el mailing. Alejandro Goiri, que se encarga de producir y gestionar. MJ, que es la tesorera, es actriz y también da clases. Y Alfonso Garzas, que se encarga del márketing.

El equipazo de Berlin Es Impro.

DSB – ¡Bravo! Y ya para casi terminar: ¿tus deseos para Es ImproEscuela?

GONZALO – Pues me gustaría que siguiera esta estabilidad y que sigamos creciendo y ofreciendo más calidad. También que cada vez pueda venir más gente a los shows. Incluso turistas… Eso también me encantaría, que se convirtiera en un evento que atraiga a gente que está de visita.

Luego también nos encantaría expandirnos por Alemania: poder impartir, por ejemplo, talleres de impro en Múnich. Y luego, de ahí, a donde sea: a Bruselas, a Londres…

Estamos ahora también haciendo, de vez en cuando, talleres en inglés… y eso también me mola, lo de internacionalizarnos y dar a conocer nuestra visión hispana de la improvisación. Es que creo que nuestra cultura tiene mucho que aportar porque tiene mucha emoción, ¡porque no todo es lógica!

DSB – ¿En qué próximos shows os podemos ver para que nuestros desbandados se pasen por allí?

GONZALO – Bueno, cada mes solemos hacer nuestra sesión triple donde trabajamos con tres estilos diferentes y es como ver una película. Esa es en el Acud Theater.

Luego el 25 de mayo tenemos el Berlín Es Impro ¿Qué te cuentas?, que fue al que viniste tú y que se hace en el Fliegendes Theater.

También tenemos la muestra de nuestros alumnos el 1 de junio, que es gratis. Y luego el 8 y el 9 de junio tenemos la muestra de fin de curso, que es muy importante: esas se harán tanto en el Fliegendes Theater como en el Acud.

Finalmente el Impro Campa, que ya lo hemos mencionado, pero que es una maravilla, del 25 al 28 de julio.

DSB — ¡Bravo! Pues a colgar el cartel de Sold Out en cada uno de esos eventos.

GONZALO – ¡Seguro!


Gonzalo Piñán es madrileño, músico, actor y un amante de la improvisación. Dirige la escuela de teatro en español, en Berlín, Es ImproEscuela. Puedes encontrar toda la información sobre la escuela, los profesores y talleres en la página: http://www.esimproescuela.com/ o seguirlos con mucho gusto por Facebook.

Además, Gonzalo participa en el proyecto teatral de Berlín Es Impro y le encantará que lo sigáis en las redes sociales, le deis al botoncito de Like no sólo del Face, sino también en Instagram.

Pero sobre todo le encantará que asistáis y difundáis sus talleres y actuaciones; pero sobre todo que disfrutéis, disfrutéis de este acto tan sano y lindo como es el improvisar.

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